Gestionar un centro no consiste únicamente en mover mercancías de un punto A hasta un punto B. La eficiencia depende de cada engranaje, de todos los desplazamientos y, por supuesto, del estado del entorno en el que todo eso ocurre. Y aquí es donde entra en juego la limpieza en logística.
En este artículo de Covamur te contamos cómo aplicar una estrategia de limpieza en logística que realmente marque la diferencia. Con un enfoque práctico, pensado para quienes pisan almacenes cada día, vamos a repasar las zonas más sensibles, a organizar las tareas de mantenimiento y por qué la formación también es un aliado clave.
La limpieza en logística es una parte estructural del funcionamiento diario, no puede considerarse un añadido posterior.
Limpieza en logística y cómo diseñar una estrategiaque responda al ritmo del almacén
Una limpieza eficaz en entornos logísticos no se basa en rutinas genéricas. Requiere adaptarse a flujos cambiantes, zonas de alto tránsito y procesos que no se detienen. Por eso, diseñar un plan que se integre en la operativa diaria es el primer paso para evitar que la limpieza sea vista como una molestia o, peor aún, una tarea pospuesta.
– Muelles de carga y descarga: Estas zonas acumulan residuos con mucha rapidez. Por ejemplo, palés rotos, film estirado o, simplemente, restos de producto. Si no se interviene con frecuencia, el riesgo de caídas o bloqueos es alto. Programar microintervenciones entre turnos y aplicar productos de secado rápido ayuda a mantener la zona limpia sin frenar el ritmo.
– Zonas de picking y estanterías: El polvo acumulado afecta al etiquetado, la visibilidad del inventario y la propia salud del personal. Una limpieza vertical, programada y con herramientas específicas, permite mantener la trazabilidad visual y evitar errores en la preparación de pedidos.
– Rutas de tránsito de maquinaria: Carretillas, transpaletas y vehículos de guiado automático comparten recorrido. Por eso, cualquier obstáculo o derrame puede generar un incidente. ¿Qué significa esto? Que la limpieza debe ser preventiva y continua. Lo recomendable es trazar recorridos de inspección que incluyan limpieza correctiva y revisión de posibles riesgos.
Organizar los servicios por franjas horarias, identificar las zonas más expuestas a residuos y coordinar al personal de limpieza con el equipo logístico permite intervenir sin interferencias.
Supervisión, trazabilidad y personal formado: los tres pilares para una limpieza en logística
Una cosa es limpiar. Otra muy distinta es mantener una limpieza en logística sistemática, trazable y con resultados medibles. Para conseguirlo, hace falta algo más que pasar la fregona. Es necesario profesionalizar el servicio, tanto en ejecución como en control.
– Supervisión programada con rutas internas: Asignar responsables de zona y establecer recorridos de verificación permite detectar zonas olvidadas, errores de procedimiento o necesidades nuevas. Este tipo de seguimiento mejora la calidad y anticipa problemas antes de que afecten a la operativa.
– Trazabilidad en los protocolos: Toda acción debe poder verificarse: qué se limpió, cuándo, con qué producto y bajo qué condiciones. Esto es especialmente relevante para almacenes de sectores regulados como alimentación, industria farmacéutica o logística inversa. Tener los protocolos documentados y auditables se convertirá en una ventaja competitiva.
– Personal formado en entornos logístico: No todo el personal de limpieza está preparado para trabajar en la limpieza en logística. Es decir, entre transpaletas y zonas de almacenamiento en altura. La formación específica en seguridad, planificación y prioridades logísticas es imprescindible para que el equipo se mueva con autonomía y sin entorpecer el trabajo diario.
En Covamur apostamos por un enfoque técnico, con tres pilares que consideramos fundamentales: supervisión constante, planificación trazable y formación especializada. Te explicamos por qué cada uno es clave.